Cerca de 50.000 trabajadores de la construcción se quedarán en casa en el País Vasco

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Salvo trabajos que por seguridad deban concluirse ya, el frenazo obligado en el sector paraliza todo, desde las obras del TAV y otras actuaciones públicas, a las nuevas construcciones e incluso las pequeñas reformas

La construcción será una de las grandes damnificadas de la crisis económica desatada por la pandemia del coronavirus, sobre todo tras la paralización total de las actividades consideradas no esenciales por parte del Gobierno central al menos hasta el 9 de abril. No en vano, el sector, que genera el 5,4% del Producto Interior Bruto de Euskadi, da empleo a más de 50.000 personas en la comunidad (más de la mitad en Bizkaia y en torno al 10% en Álava), según datos del Observatorio Vasco de La Vivienda. Y la mayoría tendrán que quedarse en sus casas desde este mismo lunes. Se verán afectadas cientos de empresas y proyectos, «desde los más grandes a los más pequeños». Desde las obras del TAV a otras de todo tipo impulsadas por las administraciones públicas, a los trabajos de edificación de nuevos inmuebles, pero también a las pequeñas actuaciones de rehabilitación, a la renovación de fachadas e incluso reformas de pisos o baños. Eso sí, el decreto establece varias excepciones derivadas de trabajos que por cuestiones de seguridad o salud deban concluirse de forma inmediata como, por ejemplo, el cierre de un tejado abierto por obras, o una renovación de aceras que en ese momento esté en el proceso de sustitución de las viejas tuberías de abastecimiento o saneamiento subterráneas. O que, simplemente, por seguridad para la población no se pueda dejar empantanado el tajo tal y como está. En casa caso, la empresa deberá acordar la medida más adecuada con sus trabajadores.

La situación se antoja «muy preocupante», ya que la recuperación se ve sumida en una gran incertidumbre. Así lo considera el gerente de la Asociación de Constructores y Promotores de Bizkaia Ascobi, Iñaki Urresti, para quien las consecuencias son impredecibles y amenazan con ser muy «grandes y profundas».

Urresti reconoce que ya tras la declaración del estado de alarma que obligaba al confinamiento de todas las personas en sus casas salvo para realizar compras o ir a trabajar, el sector ya había sufrido una desaceleración evidente. «La reducción de materiales disponibles ya había provocado que alguna obra tuviese que pararse por causa de fuerza mayor», admite. Pero el endurecimiento de las medidas con esta prohibición tendrá, a su juicio, un efecto «muy grande». «Esta parada, por lo menos a largo plazo, va a generar mucho paro y destrucción de empleo indudablemente», augura.

Porque, a su juicio, los trabajos que estaban operativos se desarrollaban, «con todas las condiciones previstas para minimizar al máximo los riesgos sanitarios». En cambio ahora la incertidumbre es muy grande porque, «parar es muy fácil, pero luego muy difícil retomar una actividad hasta lograr un ritmo productivo aceptable».

Y las previsiones no son halagüeñas, «porque se está cocinando una crisis descomunal que afectará directamente al bolsillo de toda la ciudadanía, el parón puede ser muy grave, más cuando es el conjunto del país el que se para de golpe». Según lamenta el responsable de los constructores vizcaínos, «no sabemos cuándo va a acabar todo esto del confinamiento y las restricciones y está claro que va a repercutir negativamente a todos los niveles». Desde un replanteamiento de grandes obras, «a las pequeñas empresas y autónomos, que tendrán mucho más difícil retomar sus contratos para realizar reformas de fachadas, de inmuebles, porque las comunidades de vecinos, y los propios particulares, se lo pensarán dos veces ante la incertidumbre económica y muchos proyectos pueden verse truncados».

«El peor de los caminos posibles»

Un planteamiento similar es el que sigue el consejero delegado de la promotora Jaureguizar, Miguel Salaberri. Primero, y porque ya ha habido una ampliación del estado de alarma, «ahora se habla de hasta el 9 de abril como fecha límite, pero no es nada seguro», y haya que ampliar de nuevo las restricciones. «De ser así podría tener consecuencias dramáticas para la economía y para el sector de la construcción», añade.

En cualquier caso, reconoce que el parón ya de por sí va a provocar retrasos, «no ya solo porque no se produce en estos días y las obras no avanzan, sino porque cuando se reanuden habrá que ver con que ritmo se hace». Según puntualiza, una obra depende de un importante número de proveedores, y de empresas auxiliares, «cuya situación después de todo lo que estamos viviendo, no se puede saber cómo va a ser».

Por último, le preocupa seriamente la evolución de las ventas tras las crisis. «¿El ciudadano va a estar animado a comprar una vivienda con una situación de incertidumbre como ésta?«, se pregunta. Por lo que, para él, «es evidente que el sector se va a resentir de forma importante». «En nuestra opinión se ha elegido el peor camino de los posibles y lo vamos a comprobar más temprano que tarde. Nadie discute la importancia de la salud, pero es dudoso que esta medida vaya a aplanar la curva tal y como se espera, o que vaya a evitar el previsible colapso de las UCI. Lo que si va a suponer es un colapso económico de importancia, cuya superación será complicada», concluye.

Fuente: https://www.elcorreo.com/bizkaia/25000-trabajadores-construccion-20200329132431-nt.html

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